domingo, 16 de marzo de 2014

¿Víctor Hugo o Alejandro Dumas?

Me quedo con Víctor por la fuerza de su pluma. No por su imaginación que ahí le gana Dumas.

Ambos te atraen la mente hacia un mundo injusto, después juegan con ella para llevarte a la lágrima. Me quedo con Hugo porque en sus miserables muere el protagonista asido con fuerza por la mano de su hija adoptiva. Dumas es más mundano cuando su protagonista vuelve a su amada para emprender una vida desde cero. Una vez superado (no olvidemos el mensaje) el ansia de venganza sutil.

En la pluma de ambos se palpa el infierno, la noche, la llama y finalmente el día. La luz.

Ningún ser humano normal puede leer a estos autores sin derramar una lágrima.




Don Brow "Inferno" Recién leída su novela de 2013. ¡Siempre lo mismo! me recuerda a Ágtaha Cristie, siempre Robert Langdon descifrando enigmas y acompañado (cómo no) por una jóven guapa. Nadie pone en duda que sus novelas son entretenidas y para pasar el rato, pero de ahí a machacar con lo mismo va un abismo, un escritor debe ser creativo en el más amplio sentido del concepto. Hubo una vez en España un escritor de novelas del lejano oeste americano llamado Marcial La Fuente Estefanía. Este hombre siempre ponía un protagonista de elevada estatura que pateaba con saña al más pintado, nada le salía mal y hacía justicia allá donde llegaba. Ah, me olvidaba: La mayoría de las veces acababa casado con un sueño. Llámese sueño a una mujer tan perfecta que tal vez no exista en realidad. Ah, y casi tan alta como el protagonista (que ya es). 6 pies, decía siempre. Si un pie son treinta y tres centímetros, calculemos. Bueno, de acuerdo que en el lejano Oeste pudo haber tipos de dos metros, pero ¿Chicas guapas de 1,90? Pero si no las hay ni en la actualidad. El caso que siempre se casaba con la hija del rico bueno, el ranchero de buen corazón con una hija enorme y bella. Una y otra vez la misma novela cambiando los nombres, el río y el pueblo. Esto se denomina escribir sobre una plantilla. Debo confesar que allá por los setenta me leí unas cuantas, pero terminé aburrido, qué digo: Harto.

Yo pienso que leer sirve para pasar el rato, aprender y pensar. Sin olvidar que sirve mucho para aprender a escribir, aunque un escritor no aprende sino que nace. Dijo una vez Sánchez Dragó que si por la mañana sientes muchas ganas de teclear para describir un lugar, un sentimiento, una ilusión o un sueño, entonces: Eres escritor.


ILDEFONSO FALCONES "LA CATEDRAL DEL MAR"

No es necesario irse al reino unido buscando a Ken Follet para encontrar un buen escritor. En Cataluña un tal Ildefonso Falcones lo hace bastante bien. "La Catedral del Mar" está muy bien, muy currada, muy al estilo del británico pero con ese aderezo español que tan bien sienta.